Día 1: Almaty, ciudad donde el pasado comunista ruso, la modernidad europea, y el islam conservador conviven

Despertamos, y nuestro anfitrión ya se había ido a trabajar. Nosotros no sabíamos en qué parte de la ciudad estábamos, por lo que no sabíamos qué dirección tomar al salir y cómo poder regresar concluido nuestro día. Salimos del edificio y decidimos hacerle una foto al nombre de la calle para saber regresar; nombre que no sabríamos ni cómo pronunciar (en estos años no estaba tan extendido los móviles con Internet o Google Maps):

 No sabíamos con qué cosas nos íbamos a encontrar ni qué esperar de esta ciudad.

Estar en Almaty es una sensación realmente extraña. Cuando salimos a la calle, los nombres de éstas están escritos en ruso, gente mayor con rasgos rusos y gente joven con rasgos kazajos. Esto sin duda un claro reflejo de la fuerte migración rusa que recibió este país durante la época soviética (y reflejo de cómo las nuevas generaciones rusas buscan regresar a su país de origen, ante la falta de oportunidades en el país centroasiático). Ante tal cantidad de rusos que veíamos nos tocó aprender un poco de su lengua y al menos decir “privet (hola)” y “spasiba (gracias)”.

En Almaty hay muchos rusos e influencia rusa ya que durante la Segunda Guerra Mundial Moscú decidió transferir toda su industria lo más alejada posible de Europa pero todavía dentro de las fronteras de la Unión Soviética.

El sur de Almaty se encuentra rodeado por murallas naturales de montañas nevadas, las Zailiysky Alatau.

Decidimos seguir explorando esta curiosa ciudad caminando por toda la calle Abay. Las distancias en Almaty son tan extensas como las estepas de su país. Finalmente, y después de mucho andar, llegamos a Respublika Alangy. Éste es un inmenso complejo soviético que incluye monumentos, parques, fuentes y una casa presidencial. Está rodeado por anchas avenidas que en cuanto se pone el color verde en el semáforo para el peatón, literalmente tienes que correr para alcanzar a llegar al otro extremo sin que se ponga en rojo.

En Respublika Alangy se encuentra el Monumento a la Independencia, erigido en 1996. Este monumento consiste en una larga columna de piedra coronada por una réplica del Hombre Dorado. El “Hombre Dorado” es un esqueleto que se encontró en 1969 cerca de Almaty, en una tumba del S. V a.C. El esqueleto fue encontrado con un traje que contiene más de 4.000 piezas de oro (no es de sorprenderse que este traje se encuentre fuertemente guardado en el Banco Nacional y no expuesto en un museo).

Respublika Alangy. Fue en esta plaza donde, en diciembre de 1986, ocurrió la primera revuelta en Asia Central para luchar contra las políticas de Gorbachov. Miles de personas se reunieron pero la policía remitió contra ellos matando en este lugar a 250 personas y dejando heridos a miles.

Detalle de la estatua del Hombre Dorado

El calor era abrasador, por lo que decidimos meter las manos y refrescarnos brevemente en alguna de las fuentes del lugar, aunque un policía salió rápidamente quién sabe de dónde a decirnos que eso estaba “prohibido”. Al parecer en Kazajistán todavía ronda el fantasma de la represión policiaca.

Decidimos dejar atrás Respublika Alangy y meternos en un pequeño restaurante que estaba en frente; no tanto por el hambre pero sí por el calor. Era un restaurante bastante chic, lleno de televisiones plasma por dentro, con música occidental moderna, camareros cuidadosamente vestidos y con un menú de comida fusión y exóticas bebidas, así como una clientela modernamente vestida. Estando ahí dentro, uno se sentía con mayor facilidad en algún exclusivo bar de Manhattan o París más que en una ciudad perdida del Asia Central.

Salimos renovados y con ganas de seguir viendo esta ciudad. A cada paso que dábamos, nuestra curiosidad iba en aumento. Las calles estaban repletas de numerosos cafés, bares y restaurantes que vendían comida de todos los lugares del mundo. Por las noches sus calles se iluminaban por clubs nocturnos y lugares con movida gay. En los veranos incluso se organizan raves con DJs europeos. Almaty es como una embajada europea en un rincón remoto de Asia Central, entre llanuras y montañas de la cercana Kirguistán y la Xinjiang musulmana de China.

Decidimos seguir andando por esta peculiar ciudad y nos encontramos con un parque que tiene dos enormes estatuas de estilo comunista que homenajean a dos mujeres heróinas de la antigua Unión Soviética.

Escultura de Aliya Moldagulova y Manshuk Mametova

Aliya Moldagulova (la de la izquierda) era una frágil adolescente de tan solo 18 años cuando murió en combate durante la Segunda Guerra Mundial en lo que es hoy Rusia. Ella era una francotiradora y, a pesar de su corta edad, se llevó a 91 combatientes consigo. Esta figura es acompañada por Manshuk Mametova, quien también luchó en Rusia durante la Segunda Guerra Mundial, y a ella se le reconoce su labor de defender la ciudad de Nénev desde una colina y con 3 ametralladoras, disparando simultáneamente en distintas direcciones según donde estuvieran los alemanes. Murió también en esta batalla habiendo matado a más de 70 enemigos. A ambas mujeres se les condecoró con el título de Heroína de la Unión Soviética y con la Orden de Lenin, máxima condecoración de la URSS.

Después de aquí nos fuimos a otro parque: Panfilov. Panfilov guarda más reliquias comunistas que cualquier otro parque que haya visto. Y es que, Kazajistán es un país donde la simbología comunista todavía está presente en sus calles. Los trenes que llegan a la estación de trenes de Almaty tienen la enorme estrella comunista roja al frente de las locomotoras, se ven todavía fábricas viejas con la hoz y el martillo, y el Parque Panfilov tiene numerosas estatuas e insignias soviéticas, como estas reliquias que se encuentran en las entradas al parque:

La hoz y el martillo, símbolo comunista por excelencia que simboliza la solidaridad entre los trabajadores del campo y la industria

No es de extrañar que tanta imagen soviética se encuentre en Almaty. Recordemos que esta ciudad era la capital de Kazajistán hasta 1997, cuando el Presidente Nursultán Nazarbáyev decide cambiarla por Astaná.

Nazarbáyev siempre buscó una política más cercana con Moscú, por eso decidió cambiar la capital a Astaná, a escasos 400 kilómetros con la frontera rusa, y no en medio de la nada, como se encuentra Almaty. No obstante, los árabes no se quedarían tranquilos y le recordarían a Nazarbáyev que Kazajistán también tiene influencia musulmana, por más que quiera mirar hacia sus cristiano-ortodoxos vecinos del norte. Por eso, el Emir de Qatar, Hamad bin Khalifa, a modo de regalo, le financió la construcción de la mezquita Nur-Astana, que se encuentra en la nueva capital y es la más grande de toda Asia Central.

Y ya que hablamos de cristiano-ortodoxos, una de las atracciones del parque Panfilov es la Catedral de la Ascención.

La Catedral de la Ascención es también conocida como Catedral Zenkov, por su arquitecto.

Esta bella catedral, con techos que parecen de cuentos de hadas, fue construida en 1907 y está enteramente construida de madera (según se dice no se utilizó si quiera ni un solo clavo). Durante la época soviética la catedral fue utilizada como museo y sala de conciertos, para volver a abrir sus puertas como lugar de culto en 1995.

Con sus 56 m. de altura, la Catedral está considerada entre los 8 edificios de madera más altos del mundo.

Estaba siendo un día largo, pero aún así, decidimos dejar el barrio ruso para adentrarnos a otro barrio: el kazajo.

El barrio kazajo es totalmente opuesto al ruso. Las aceras se encuentran en mucho peor estado, hay más basura por las calles, el tráfico es un poco más caótico, y se dejan de ver cabelleras rubias en corpulentos cuerpos, para comenzar a verse cabelleras obscuras en cuerpos más bien delgados y no tan altos y con rasgos asiáticos. Las calles son bulliciosas, con mercados improvisados sobre las aceras y gente gritando lo que venden y sus precios. Uno encuentra de todo en estos puestos: frutas, juguetes, bebidas, ropa, etc...definitivamente esto era más lo que teníamos en mente cuando volamos a Kazajistán y no la extraña experiencia rusa donde habíamos pasado el día entero (y no por ello que fuera malo).

Fuimos al Mercado Verde, que es un mercado en espacio cerrado de dos plantas que igualmente venden de todo. Atravesamos la planta inferior recorriendo sus laberínticos pasillos de paredes de ropa barata y juguetes. No nos detuvimos mucho ya que no hubo nada que captara nuestra atención.

Cerca a este mercado se encuentra la Mezquita Central y es la segunda más grande de todo el país (después de la de Astaná) con capacidad para que recen 3.000 devotos a la vez.

Había sido un día muy largo y agotador por el calor, por lo que decidimos regresar a nuestra pequeña Rusia e irnos a casa de nuestro couchsurfer. No lo imaginábamos, pero nos esperaba una noche con los rusos bebiendo vodka al compás de la música que tenían: Ska-p. Así es, aunque no lo creais, por la noche del 23 de julio de 2012, música de este grupo español salía por los altavoces de un pequeño piso en un edificio comunista, en una ciudad entre montañas nevadas en un pedazo obscuro de Asia Central.

Momento de dormir y descansar. Al día siguiente nos dirigiríamos hacia los petroglifos de Tamgaly.

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