Día 7: Petra, donde las montañas cuentan historias
Petra es simplemente impresionante. Punto.
Y no solo es impresionante por sus monumentos y paraje natural donde se encuentra…
…si no que también por todos los misterios que aún hoy en día la llamada “Ciudad Perdida” esconde; llamada así porque durante siglos la ciudad fue celosamente ocultada por los beduinos del desierto a cualquier extranjero, hasta que en 1812, el viajero y orientalista suizo John Lewis Burckhardt, disfrazado de beduino, redescubriera Petra.
Y es que todavía hay grandes misterios aún sin descifrar, que quizás sus respuestas se encuentren todavía enterradas bajo las arenas, ya que solo un 15% de Petra ha sido excavada. ¿De dónde vienen los nabateos (todas las fuentes los citan como nómadas del desierto, pero algunas dicen que provenían del desierto de Naguev [Israel], otras de Arabia Saudí, y otras de Mesopotamia [Iraq])? ¿Por qué no dejaron su historia escrita si tenían alfabeto? ¿Cómo le hicieron para que poderosos imperios no los conquistaran? Y la más apremiante de todas: ¿por qué abandonaron Petra y dónde están los descendientes de los nabateos?
Estos y otros misterios siguen provocando algún debate entre arqueólogos e historiadores hoy en día.
Eloísa y yo visitamos Petra (gratis con el Jordan Pass) en un día entero. El recinto es tan grande que te puede llevar un día, dos, o tres, o los que desees. Si quieres ver los monumentos más importantes (exceptuando el Monasterio) te podría llevar una mañana entera. Si añades el Monasterio, te gusta leer las explicaciones de los sitios y mirar con calma, entonces al menos necesitarás un día. Petra está lleno de rutas que puedes hacer por las montañas donde podrás encontrar pequeños secretos. Así que lo dicho, todo depende de ti. En la entrada a Petra podrás encontrar planos con las principales rutas y monumentos que ver.
Todo lo que aparece a continuación lo recorrimos Eloísa y yo en 1 día. Eso sí, empezamos antes de que saliera el sol… y regresamos después de que se pusiera el sol. Literalmente fuimos de las últimas personas en salir del recinto. Así de pesados somos cuando viajamos, ja ja, no podemos dejar piedra sin ver.
Esto incluyó que literalmente subiéramos y bajáramos 3 montañas. Con vistas espectaculares todas ellas:
Afortunadamente no siempre estábamos solos cuando estábamos en la cima.
Petra fue fundada en el 312 a.C. por los nabateos y fue la capital de su reino. Para llegar a ella primero se pasa por un amplio terreno que parece más bien un paisaje lunar.
Desde aquí ya se pueden empezar a ver las primeras rocas talladas por las expertas manos nabateas, como los llamados bloques de Djinn o bloques de dios.
Aunque no se conoce a ciencia cierta su propósito se especula con que podían ser tumbas o cumplir ritos funerarios. Estos bloques fueron labrados en el siglo I d.C.
Otro de los grandes monumentos por los que se pasa es la Tumba de los Obeliscos del siglo I a.C.
Pasando la Tumba de los Obeliscos se entra al Siq. El Siq es un cañón de 1,2 km de largo que serpentea entre escarpadas paredes naturales de 80 m. de altura.
Me he referido al Siq como un cañón, pero la verdad es que no lo es. Un cañón es formado por la erosión del agua al cabo de millones de años. El Siq es una grieta natural de una roca que se partió por el movimiento tectónico hace millones de años.
Pareciera que la naturaleza le ha regalado a Petra una entrada magnífica que solo una ciudad como ésta se merecería.
Y en eso, después de la siguiente vuelta...
Por tanto, uno va avanzando por esta grieta natural durante más de un kilómetro. Y en cada curva que uno toma, espera ya encontrarse con Petra, para llevarse una pequeña desilusión al ver que la grieta continúa con su serpenteo. Pero esta pequeña desilusión en seguida queda superada por la emoción y expectación, que va en aumento, por poder ver ya la ciudad. Uno sabe que es un paisaje maravilloso en donde está, pero no se le permite disfrutarlo plenamente puesto que el suspense de fondo es aún mayor.
Este monumento es Al-Kazneh, o el Tesoro.
El Tesoro se trata de un mausoleo del siglo I d.C. que se piensa fue eregido para el rey nabateo Aretas IV. Su nombre se debe a que en la parte superior de dicho monumento se encuentra una urna tallada en piedra, que antaño se pensaba que adentro escondía un tesoro de algún faraón egipcio o un rey nabateo. El caso es que hoy en día esta urna pétrea se encuentra bastante deteriorada con decenas de orificios de bala, ya que al parecer a inicios del siglo XX unos beduinos le dispararon con el fin de encontrar el tesoro.
Esta tumba, como la gran mayoría de la ciudad de Petra, está labrada en la roca. Es decir, los nabateos prácticamente esculpieron toda una ciudad. Es probable que ésta sea la única ciudad del mundo creada por “quitar” y no por “añadir”. Por poner otro ejemplo, el obelisco que vemos en la siguiente foto no es que los nabateos hubiesen esculpido un obelisco y lo hubiesen puesto sobre esta montaña; si no que más bien esculpieron todo el bloque de piedra hasta dejar el obelisco solo.
Después de esta tumba las paredes del Siq se abren ampliamente y nos permite ver lo que se conoce como la Calle de las Fachadas, que son más de 40 tumbas y casas talladas en la roca.
Justo antes de terminar de salir del Siq, a nuestra izquierda, se ve lo que queda de un antiguo teatro nabateo (anterior de los romanos) con 2 mil años de antigüedad. Finalmente los romanos lo ampliarían en el siglo II d.C. para que el teatro pudiera dar cabida a 8.500 personas.
Al dejar atrás el teatro, dejamos atrás el Siq, para que ahora se abra un amplio valle en frente de nosotros con más tumbas labradas aquí y allá. Las principales son el conjunto de 4 tumbas conocidas como las Tumbas Reales.
La primera de ellas es la impresionante Tumba de la urna, que debe su nombre por la urna tallada en la parte superior de la tumba.
Esta tumba perteneció al rey nabateo Malichos II (40 - 70 d.C.).
La curiosidad de esta tumba es que en su parte superior se observan 3 nichos, que en realidad es aquí donde se guardaron los cuerpos de 3 personas. El nicho, o tumba de en medio, todavía conserva la roca original que sellaba la tumba. Aunque ya desgastada por el paso del tiempo y la erosión del viento y la arena, esta roca que protegía la tumba muestra el busto de un rey con toga.
Dentro de la misma tumba se solía colocar también los cuerpos de familiares o personas cercanas. Esto quizás como reflejo del estilo de vida en comunidad de los nómadas del desierto.
Al igual que todas las grandes tumbas de Petra, el interior suele ser una enorme habitación de 4 paredes. Lo que impresiona es saber que todo esto era montaña sólida y que fue excavada en su totalidad para crear estos inmensos habitáculos.
Como se ha mencionado más arriba, los cuerpos de los difuntos de esta tumba estaban en los 3 nichos en la parte superior, lo que significa que estas habitaciones tenían otro uso. El uso era que en estos espacios se realizaban banquetes ceremoniales en honor al difunto, y eran llamados Triclinium, por tener siempre 3 bancos donde los invitados se recostaban a comer.
Los 3 ábsides planos que se ven en la foto de la derecha fueron después añadidos cuando esta tumba se convirtió en una iglesia cristiana en el año 446 por el obispo Jason, según reza una inscripción griega tallada en esta habitación.
Fueron también los bizantinos cristianos quienes añadieron las bóvedas de ladrillos a la tumba en el exterior cuando ya funcionaba como iglesia dicha tumba.
La siguiente tumba es la de la Seda, del año 10 a.C. Esta tumba tiene este nombre por el efecto de la piedra sobre la fachada. Gran parte de la fachada de la tumba ha quedado borrada para siempre por la erosión natural, pero en cambio, ha dejado al descubierto el color natural de la roca, con sus tonos rojo, amarillo, blanco y gris, que pareciera como si un manto de seda estuviese cubriendo la fachada.
La siguiente de las Tumbas Reales es la Tumba corintia, llamada así por unos capiteles corintios que antaño tenía. Esta tumba se cree fue construida durante el reinado de Malichos II (40 - 70 d.C.) pero no se sabe para quién pudo haber sido.
La cuarta tumba de las Tumbas Reales es la Tumba del palacio.
Esta tumba nunca fue un palacio, pero debe su nombre a que la fachada se asemeja al estilo de un palacio romano. Fue construida a finales del siglo I d.C. y es una de las más grandes de toda Petra.
Petra tiene más de 1.000 tumbas, por lo que es imposible mencionarlas todas. Pero hemos estado hablando mucho del mundo de los muertos. ¿Qué hay del mundo de los vivos? ¿Dónde vivía la gente? ¿Cómo era Petra?
Petra era una vibrante ciudad del desierto con unas 20.000 o 30.000 personas.
La ciudad vivía del comercio. Los nabateos, como buenos nómadas del desierto que fueron, se conocían bien todas las rutas. Construyeron pozos de agua en las rutas comerciales y cobraban por estos servicios. También cobraban a las caravanas por la seguridad al pasar por sus territorios y obviamente aceptaban a mercaderes en la ciudad de Petra para la compra-venta de productos y como lugar de descanso para ellos y sus animales.
Lo que los nabateos comerciaban principalmente era incienso, especias, textiles, marfil y otros productos de África, Asia y Arabia. Los nabateos controlaban casi toda la Ruta del Incienso, que iba desde la actual Yemen hasta Gaza.
La ciudad era rica y estable. Aquí no había esclavos. Había gente de varias partes del mundo, algunos viviendo en las casas de piedra y muchos otros en yurtas. Muy probablemente esclavos liberados de los reinos de alrededor vendrían a comenzar una nueva vida en Petra.
Para más asombro con los reinos de alrededor, el de los nabateos tenía tintes democráticos y bastante estable. En los 275 años de monarcas nabateos (desde el 169 a.C. con Aretas I hasta el 106 d.C. con Rabel II), solamente 2 reyes gobernaron por menos de 10 años. Y la máxima extensión que alcanzó su reino fue desde Yemen hasta Damasco, y desde Iraq hasta el Sinaí. Y el corazón que haría circular la vida por todas estas rutas comerciales sería Petra.
Petra es una ciudad que jamás fue conquistada. Sorprendentemente, los nabateos no contaban con ningún imponente ejército. Ellos preferían la diplomacia o el vasallaje (pago a otros monarcas más poderosos) como medios para alcanzar la paz.
Quizás también otro motivo por el que Petra nunca fue conquistada es porque esta capital se diferenciaba en algo del resto de poderosas capitales de alrededor, como Jerusalén, El Cairo, Baghdad y Damasco; y esto es la falta de importantes recursos naturales como el agua. Petra es una ciudad seca por lo que posiblemente otros reyes no quisieran tener que lidiar con las ingentes dificultadas de gobernar una ciudad así. No obstante, para los grandes ingenieros de Petra esto no fue un problema, ya que construyeron presas, tuberías de barro y canales de agua labrados en la piedra que permitiría traer el agua desde kilómetros a las afueras de la ciudad. En el Siq se aprecian algunos de esos canales de agua tallados en la piedra.
Hay un momento clave que marcó el cambio en los nabateos de ser unos nómadas del desierto a convertirse en unos sedentarios que construyeran una de las más espectaculares ciudades que existe hoy en día en la Tierra. Este cambio fue la helenización ocurrida bajo el reinado de Aretas III (86 - 62 a.C.).
En el 86 a.C. el rey selúcida Antioquío XII intentó conquistar Petra. El rey nabateo Obodas I se lanzó a la guerra. Ambos reyes murieron en la contienda, pero el imperio selúcida eventualmente se desintegró, y Aretas III, el nuevo rey nabateo, se extendió para llenar este vacío ocupando así la importante ciudad de Damasco. De pronto, los nabateos habían pasado a la arena de la gran política internacional. Y quizás era ese pasado nómada el que Aretas III consideraba que podía ser un obstáculo para sus nuevas ambiciones. Por ello las monedas que acuñó lo hizo al estilo griego y cambió el idioma nabateo por el griego en las mismas. Y él mismo se hizo llamar Aretas III “Philhellene”, que significa el que ama a los helenos. A partir de aquí la ciudad de Petra comenzó a florecer, y mucha de su arquitectura comenzó a asemejarse a la griega, tal como el Tesoro.
Además, la forma en la que los nabateos mostraban a sus dioses también cambió. Antiguamente sus dioses los representaban como simples estelas o bloques.
Fue hasta la helenización que a sus dioses les empezaron a dar forma humana, tal como su diosa Al-Uzza, diosa del poder y una de las diosas más importantes del panteón nabateo. A esta diosa se le empezó a relacionar con Afrodita, Venus, y la Isis egipcia en ocasiones, que al parecer es la que se encuentra representada en la parte central de la fachada del Tesoro con su figura ya antropomorfa.
Los nabateos eran politeístas y adoraban al sol desde lo alto de las montañas. Había sacerdotes y sacerdotisas. Los 3 dioses principales de los antiguos nabateos fueron:
- Al Qaum: dios de la guerra, protector de la gente, dios de la noche y protector de las almas.
- Al Kutby: dios del conocimiento, la escritura y lo divino
- Al Uzza: suprema madre diosa, asociada con el poder en lo divino y en la Tierra.
Posteriormente se fueron añadiendo otros dioses a la lista, quien el más importante fue Dushara, dios de las montañas y del día. Este dios fue el que más perduró de todos y que se siguió adorando durante más tiempo.
Para sentir de cerca la religión nabatea lo más recomendable es que uno suba a uno de los muchos Altares de Sacrificios que se encuentran diseminados por Petra. Eloísa y yo subimos al que se encuentra en la cima de Jebel Madbah.
Ahí, en lo alto, hay esculpida una plataforma de unos 15m x 6 m. Aquí es donde los sacerdotes harían sus ceremonias religiosas al gran dios de las montañas y el sol Dushara, incluyendo banquetes.
A un costado de esta explanada se encuentra el altar desde donde se hacían las ofrendas a Dushara, dios de las montañas y el sol.
Desde este altar se hacían libaciones, quema de incienso y sacrificios de animales. A un lado del altar se encuentra un pequeño recipiente también tallado en la piedra, donde claramente se ve que servía para canalizar la sangre derramada de la ofrenda.
La gran pregunta es si también aquí se hacían sacrificios humanos o no. No hay nada que nos lo sugiera. No obstante, se sabe con certeza que algunos niños sí fueron sacrificados en otras ciudades nabateas como Dunat y Hegra, a varios kilómetros de aquí. Si en Petra también se realizaron este tipo de sacrificios entonces seguramente éste sería el lugar donde podrían haberse hecho.
La antigua ciudad de Petra se encontraba atravesada por la Calle Columnada, posiblemente la única calle recta en toda la ciudad, ya que la mayoría serpenteaban siguiendo el contorno de las montañas. En época nabatea, ésta era una amplia calle de tierra. En época romana se angostó, se pusieron lozas en el suelo, aceras y columnas a lo largo de la misma.
Sobre esta calle se encuentra el Gran Templo, construido por los nabateos en el siglo I a.C.
Este Templo estaba ubicado en el corazón de Petra y era un impresionante recordatorio de la riqueza y poder de sus gobernantes. Los visitantes verían unas grandes escaleras y paredes de estuco recubiertas de colores.
A pesar de su nombre de Gran Templo, no se sabe bien para que se utilizó. Aunque la teoría que más fuerza tiene es que se trató del lugar de audiencias del poderoso rey nabateo.
Las robustas columnas del Gran Templo tenían elefantes tallados. Los nabateos conocían a los elefantes por su comercio con la India, y se utilizaba a este animal como símbolo de la fuerza.
En frente del Gran Templo los visitantes de la época también se detendrían para ver otro colosal templo, llamado el Templo de los Leones Alados (27 d.C.). Filas de gigantes columnas decoraban este templo que sostenían el techo. Adentro el altar estaba rodeado de más columnas, cada una con un capitel con un león alado tallado. Las paredes estaban decoradas con frescos. Se piensa que la poderosa diosa Al Uzza era adorada en este templo.
A un costado de aquí se encuentran otras ruinas con lo que se especula pudo haber sido el Palacio Real, aunque las excavaciones que se siguen realizando podrán arrojar más luz de la función de este edificio.
Continuando por la Calle Columnada uno llega al Portal del Temenos, una monumental puerta construida por los romanos que marcaba el final de la Calle Columnada y el inicio del recinto más sagrado de la ciudad.
Ese lugar tan sagrado es donde se encuentra el Qasr al-Bint, o el “Castillo de la hija del Faraón”. La verdad es que el nombre no tiene nada que ver ni con castillos ni faraones. Es un templo dedicado al dios Dushara.
Los nabateos construyeron este templo durante el reinado de Aretas IV ( 9 a.C. - 40 d.C.), quien mandó construir varios edificios como el Gran Templo, el Templo de los Leones Alados y el Tesoro.
Desde antes que Petra fuera una gran ciudad en este mismo lugar ya existía otro templo. Aquí era la intersección de 2 importantes rutas de caravanas. Petra fue creciendo alrededor de este templo. Es aquí donde hoy en día los arqueólogos han encontrado los restos más antiguos de la ciudad.
Adentro del templo un gran salón encapsulaba otras 3 habitaciones más pequeñas. La habitación en el centro de las 3 era la más sagrada de todas, era la cella y contenía el motab, que en nabateo significa el “asiento” de dios. Se trataba de una representación de dios previsiblemente con alguna figura geométrica hecha de piedra como hacían ellos, como un obelisco o un rectángulo.
En aquél entonces, habríamos visto un templo recubierto de mármol en todas sus paredes.
Desde el 165 d.C., ya en época romana, este colosal templo fue reutilizado para rendir culto a los emperadores romanos Marco Aurelio y Lucio Verus. Grandes estatuas de estos 2 emperadores se encontraban en el interior.
A partir de aquí, se inicia el camino para llegar a otro importante monumento nabateo, tanto en aquella época por su importancia, como actualmente por lo bien conservado que se encuentra. Es un trayecto de una hora aproximadamente andando. Es un sendero que sigue la antigua vía procesional y discurre cuesta arriba entre las montañas por más de 800 escalones, todos y cada uno tallados también por los nabateos.
Uno no se imagina ante lo que está por encontrarse. Y de pronto… algo se comienza a ver…
Es el impresionante Monasterio, del siglo I d.C.
En mi opinión la verdad es que este monumento no tiene absolutamente nada que envidiarle al más famoso Tesoro. El Monasterio se encuentra más solo que el otro porque no muchos turistas se animan a hacer el largo recorrido cuesta arriba por la montaña. Además, el Monasterio con sus 50 m de ancho y 45 m de alto lo convierte en incluso más grande que el Tesoro. Y por último, aunque el Siq es preámbulo inigualable, la escalinata para llegar al Monasterio y sus increíbles vistas durante el camino tampoco se quedan atrás, que hacen sentir a uno enormemente recompensado por su esfuerzo al llegar en frente de este magnífico edificio.
El Monasterio también muestra una clara influencia griega en su arquitectura. Aunque todavía está en debate, al parecer este edificio fue un monumento edificado en honor al rey Obodas I (96 - 85 a.C.) quien después de su muerte en batalla fue deidificado.
Al igual que con la Tumba de la Urna, el Monasterio debe su nombre a que después este lugar fue convertido en una iglesia durante la época bizantina. Su interior muestra unas cruces que sugieren dicha transformación.
Impresionantemente, toda la explanada que se encuentra en frente del Monasterio ¡también fue tallada! Lo que significa que toda esta parte de la montaña fue totalmente tallada.
El espacio abierto en frente del Monasterio era una plaza y estaba rodeada por una columnata y probablemente fue erigida para acomodar a decenas de personas durante rituales religiosos.
Estaba siendo un día bastante intenso como podéis ver. Estábamos bajo un calor abrasador y habíamos comido apenas unos bocadillos, galletas y un montón de agua. Aún así Eloísa y yo no podíamos parar de ver cosas, jaja.
Así que era momento de dejar de hacer tantas fotos y bajar a la antigua ciudad para seguirla conociendo.
Volviendo a nuestro tema...el último rey nabateo fue Rabbel II (70 - 106 d.C.). Su reino no fue conquistado, si no que había sido negociado con el emperador romano Trajano que los romanos nunca invadirían Petra, y que a cambio, a la muerte de Rabbel II la ciudad sería plenamente entregada. Y así fue. En el año 106 los romanos entran a la Ciudad de Piedra. Incluso, las monedas acuñadas de la época hablan de Petra, ciudad “adquirida”, y no “conquistada”.
Uno no puede más que imaginarse cómo habrá sido este momento de cambio de manos en el poder. ¿La gente estaría contenta? ¿Temerosa? ¿Los nabateos habrán seguido en su ciudad como si nada y honrando a su rey muerto? ¿O muchos habrán abandonado su antigua ciudad y antepasados por miedo al futuro bajo el poder de un emperador extranjero?
Lo que sabemos es que los romanos reestructuraron la ciudad con elementos clásicos romanos como la Calle Columnada ya mencionada más arriba. Muestra de que Petra seguía siendo importante es que recibió la visita del emperador Adriano en el 131 d.C. y volvió a convertirse en capital en el siglo III d.C., aunque esta vez no de ningún importante reinado, si no de la nueva provincia romana Palestina Tertia.
A pesar de estas glorias, el destino de Petra ya estaba escrito.
Otra ciudad del desierto, a muchos kilómetros más al norte que Petra, le estaba haciendo competencia. Era una ciudad que estaba creciendo rápidamente al igual que su importancia en el tablero político de los grandes reyes. Las caravanas comenzaron a desviarse abandonando las grandes rutas de las especias, que tanto habían enriquecido a los nabateos durante siglos, para ahora revivir antiguas rutas ya antaño trazadas en el desierto: la ruta de la seda. Por estas rutas nuevamente los productos comenzaban a circular de un lado para otro. Y el centro neurológico de estas rutas comerciales ya no era Petra, si no que era Palmira, la ciudad del desierto de Siria.
Los romanos y otros grandes actores de la zona fueron haciendo más negocios con esta ciudad que con Petra, por lo que la ciudad nabatea fue cayendo en importancia. A pesar que en el año 273 d.C. el emperador Aureliano destruyó Palmira por una rebelión, de nada sirvió a Petra puesto que jamás volvió a recuperarse. Además, había nuevas rutas que iban desde el sur de Arabia hacia Roma en barco pasando por el Mar Rojo.
Cuando el imperio bizantino adoptó el cristianismo en el 330 d.C., los habitantes de Petra comenzaron paulatinamente a olvidar a sus antiguos dioses, para ahora rezar según la nueva religión. Petra ya no era ningún importante centro de poder o centro comercial. Ahora era un lugar con varias iglesias bizantinas que, como hemos dicho más arriba, reutilizaron las estructuras de monumentos nabateos como alguna tumba. Sí se conservan las ruinas de una pequeña iglesia bizantina construida en el año 450. Todavía conserva algunos mosaicos en el suelo, aunque originalmente incluso sus paredes estaban recubiertas por mosaicos.
Petra ya era una ciudad muy debilitada. Una serie de temblores habían ido destruyéndola poco a poco ayudando a acelerar su decadencia en el olvido. En el año 1166 los cruzados construyeron un pequeño fuerte aquí pero es un fuerte de escasa relevancia histórica. Eventualmente los cruzados abandonaron el castillo y estos serían los últimos occidentales que Petra vería en muchos siglos por venir.
El 22 de agosto de 1812 un suizo llamado John Lewis Burckhardt “descubrió Petra”. Él era un orientalista, explorador y aventurero. Había escuchado cientos de historias de esta ciudad “perdida” en el desierto. Disfrazado de beduino, dijo a los habitantes locales que estaba buscando la tumba de Aarón (hermano del Moisés bíblico) porque quería sacrificar ahí a un chivo para honrar a este personaje. Burckhardt tenía la esperanza que para llegar a la tumba tendría que atravesar Petra si es que ésta existía, y así fue.
Se conservan 12 páginas del diario de Burckhardt donde describe con sumo detalle lo que encontró. Describe su paso por el Siq y el estado en el que se encontró los monumentos, como el Tesoro y el Teatro. Al parecer, llegó hasta el Qasr al-Bint, es decir, no llegó al Monasterio, porque según relata los beduinos comenzaron a sospechar de él pensando que se podría tratar de un caza tesoros. Por tanto, ahí fue cuando Burckhardt insistió en su promesa, por lo que fue llevado a la tumba de Aarón, y ahí, el suizo tuvo que sacrificar a un chivo ante las desconfiadas miradas de los beduinos.
Desde entonces Petra ha estado abierta al mundo exterior recibiendo cada vez un número mayor de extranjeros, sobre todo desde que el cine fuera inventado y taquilleras películas mostraran Petra, como Indiana Jones y la última cruzada de 1989 o El Regreso de la momia (2001) entre otras.
Además, desde 1985 es reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y en el 2006 la ciudad fue galardonada como una de las nuevas 7 maravillas del mundo, lo que ha ocasionado una fuerte explosión turística en la ciudad.
Lo que durante siglos fue un secreto que se quiso guardar celosamente...
…ahora el gobierno de Jordania y los beduinos de la zona gritan al mundo sobre lo maravillosa que es Petra. Quizás los beduinos se han dado cuenta que son más las riquezas que la gente puede traer de fuera al pagar por ver la ciudad, que los tesoros que podrían encontrarse bajo la arena.
Y entonces, ¿dónde quedaron a día de hoy los descendientes de los nabateos? Lo más probable es que sus costumbres y creencias se fueron “diluyendo” en las nuevas culturas que fueron absorbiendo, perdiendo así poco a poco su rastro. Primero, fueron adoptando nombres griegos y romanos; segundo, fueron adoptando el cristianismo; y tercero, quizás incluso las clases acomodadas se fueron a vivir a otras ciudades como Roma o Nápoles, que eran ciudades que mantenían importantes niveles de comercio.
Con esto terminamos nuestra visita a Petra. Había sido un día bastante completo y necesitábamos ya urgentemente cenar algo y descansar. Así que cogimos el coche para regresar al hotel y buscar después algo de cena. Nuestro alojamiento fue el Petra Heart Hotel (29 JD - 41 € la noche habitación doble).
Esa noche nos acostaríamos temprano para descansar y al día siguiente partiríamos hacia las dunas de Wadi Rum. Un lugar impresionante que parece sacado de otro planeta.