Día 12: Khorezm, hogar de Tomiris, la temida reina guerrera

Nos dormimos con el sonido de los camellos, y nos levantamos con él.

Amanecer en Khorezm

El sol apenas comenzaba a salir, pero Izzat ya tenía encendida una pequeña fogata, sobre la cual había una pequeña cazerola magullada por el tiempo con agua hirviendo para el té, y los terrones de azucar en un platito de lámina a un lado no podían faltar. Mientras bebíamos el té Izzat nos contaba historias del lugar, hasta que finalmente la luz del día ya impregnaba todo lo que había alrededor nuestro, ¡y vaya maravilla al ver que toda la noche habíamos dormido frente a la gran Ayaz Qala 1 y nosotros ni éramos conscientes!

Nuestra yurta y al fondo las murallas de Ayaz Qala 1, que han estado en pie desde el siglo V a.C.

Al ver camellos y este paisaje tan desértico cuesta creer que antes no era así. Que antes todo esto eran verdes campos, con cientos de canales que llevaban el agua a asentamientos que vivían de la pesca y la agricultura. Esta zona era tan rica naturalmente que era la envidia de los reinos de alrededor. Por aquí pasó Zoroastro, expulsado por las élites del imperio persa que vieron peligrar su poder ante la amenaza de una nueva religión que se comenzaba a formar: el zoroastrismo. Este líder religioso tuvo que huir y al parecer es en la región de Khorezm donde el rey Vistashpa le da refugio. Este rey junto con su familia y su reino se convertiría al zoroastrismo, convirtiéndose así en su gran mecenas. El zoroastrismo es muy probablemente la religión monoteísta más antigua del mundo (unos 4.000 años de antigüedad) y todavía a día de hoy tiene seguidores, principalmente en Irán y la India.

La exuberante naturaleza de Khorezm significó 2 cosas para esta región: su fortuna (ya que permitía a sus pobladores vivir cómodamente) y su maldición (porque despertaba envidias en los reinos de alrededor por lo cómodo que se vivía en Khorezm). Por ello, lo que hoy en día nos parece un apasible paisaje donde lo único que corre a sus anchas es el viento a través de extensas llanuras vacías, antes lo que corría por estos lares eran centenares de caballos y ejércitos queriendo conquistar estas tierras. Testigos de estas épocas turbulentas nos quedan alrededor de 300 castillos (como Ayaz Qala 1), que la mayoría estaban para proteger esta rica tierra de curiosos o envidiosos vecinos.

Ayaz Qala 2, construida en los siglos VI-VII d.C. como fortaleza para proteger los campos y el palacio (Ayaz Qala 3 - ruinas en la falda de la montaña)

Poco antes de la construcción de estas Qalas (castillos), en el siglo VI a.C., este territorio estaba habitado por los maságetas, una confederación de tribus nómadas. Eran guerreros que luchaban a caballo, a los cuáles protegían con armaduras de bronce, y sus armas principales eran los arcos, lanzas y hachas de doble filo. Adoraban al sol, al cuál le sacrificaban caballos. Y cuando una persona mayor moría, la cocinaban junto con carne de caballo y de res para después comérsela en un gran banquete.

Tan agresivos grupos solo podían estar controlados bajo un mando que les infundiera respeto y/o temor, y ella sería su reina, la reina guerrera Tomiris (cuyo nombre se traduce como Valiente Gloria). El río Amu Darya se encuentra a unos kilómetros de aquí, y el principal problema de los samágetas era que del otro lado del río también había un gran rey, y éste estaba forjando el imperio más grande que la humanidad jamás hubiera visto: era el imperio persa y su rey era Ciro El Grande. Este rey ya había conquistado a los lidios, medos, babilonios… y por su propio prestigio y seguridad no podía permitir que una banda de salvajes campara a sus anchas al lado de su gran imperio.

Ciro lo intentó primero por las buenas. Le envió una propuesta de matrimonio a la gran reina Tomiris, la cuál ella rechazó. No estaba ella para romanticismos, y además amenazó a Ciro El Grande con que no osara acercarse a su territorio. Ciro hizo oídos sordos y juntó a su ejército para dirigirse hacia los territorios de Tomiris. Ciro no cruzó el Amu Darya, aquél río que dividía ambos reinos. Más bien desde la orilla de este río envió a un mensajero a la tierra de Tomiris. Al cabo de unos días el enviado regresó con un mensaje: si Ciro el Grande quería luchar, lo tendría que hacer en los territorios de Tomiris. Así que Ciro, al mando de su ejército, cruzó el Amu Darya con sus caballos y miles de soldados. Lo que Tomiris no sabía es que Ciro llevaba consigo un arma secreta: un banquete. Sí, un banquete. Los maságetas no estaban familiarizados con el vino y sus efectos. La estrategia de Ciro consistió en abandonar a un pequeño núcleo de su ejército en el campamento. Realmente eran el anzuelo, y los maságedas, capitaneados por el hijo de Tomiris, lo mordieron. El hijo de Tomiris y sus soldados, incrédulos y extasiados por la fugaz victoria, y entre los cuerpos de los caidos, comenzaron a ingerir todos los alimentos y aquella extraña bebida que poco a poco les hacía perder el conocimiento. Cuando los maságetas ya no podían ponerse en pie, entró Ciro con su ejército y ahí puede decirse que quienes se dieron el banquete fueron las aves rapaces después de la masacre. El hijo de Tomiris fue capturado pero después se suicidó.

Camello ante las murallas de Ayaz Qala 1

Tomiris al enterarse de lo ocurrido, juró venganza y que “saciaría a Ciro de sangre”. Ambos ejércitos entraron en una lucha encarnizada y esta vez sin alcohol de por medio, y con ambos reyes luchando también cuerpo a cuerpo. Finalmente, Ciro El Grande cae y da su último suspiro. Seguramente la respiración del mundo conocido se habría también paralizado unos segundos, ya que se quedaba sin su máximo gobernante. Se dice que Tomiris le cortó la cabeza y la puso en un odre lleno de sangre, cumpliendo así su palabra. Esta escena quedaría inmortalizada en el cuadro de Rubens La Cabeza de Ciro entregada a la Reina Tomiris.

Todo esto ocurrió en el 530 a.C.

Tumba de Ciro El Grande en Pasargada, Irán

Años después, estos pueblos nómadas seguirían disfrutando de su libertad, y de aquí saldrían otros tan duros de dominar, como los hunos, cuyo líder fue Atila e hicieron incursiones bélicas desde la India hasta Francia. No sabemos cómo fue el final mortal de Tomiris, pero siguió en vida en el imaginario de la gente a través del arte (Rubens), la poesía (Deschamps), el teatro (Shakespeare), ¡y hasta en la música con la banda de Heavy Metal A Sound of Thunder! Todas estas diferentes voces de expresión artística a través de diferentes épocas para coincidir todas y manifestar a la vez: Tomiris, cuyo sinónimo es mujer guerrera.

¿Y dónde vivían los reyes de Khorezm? La respuesta es Toprak-Qala, una ciudad-palacio construida en el siglo II d.C, es decir, siglos después de la muerte de la reina Tomiris.

Antiguas habitaciones probablemente para el personal de servicio del palacio

Aquí adentro había calles donde el personal de servicio se dirigía a talleres o herrerías, lugares que abastecían al palacio de todo lo que pudiese requerir.

El palacio, protegido por sus murallas de hasta 9 metros, contenía salas que derrochaban suntuosidad. Si entráramos al palacio, primero pasaríamos por la Sala de los Ciervos, una sala con paredes policromadas decoradas con frescos mostrando a estos animales así como viñedos. Después llegaríamos a la Sala de las Victorias, donde en sus paredes veríamos bajorelieves con figuras de reyes sentados en tronos y sobre sus cabezas las figuras de dioses. Si siguiéramos avanzando, llegaríamos al Salón del Baile, con sus paredes llenas de hombres y mujeres bailando durante siglos congelados en pinturas. En el centro del salón había un gran nicho con una imagen de una diosa junto a un animal salvaje. Parece ser que en esta habitación también se practicaba el culto a la fertilidad. Finalmente, llegaríamos a la Sala de los Reyes, la más suntuosa de todas, con su altísimo techo sostenido por columnas de madera sobre pedestales de piedra ricamente tallados. En las 4 paredes de este enorme salón habría nichos con estatuas de los reyes de Khorezm hechas de arcilla. A los lados 4 santuarios de 2 habitaciones cada uno, y en el centro de la gran Sala de Reyes un enorme altar al fuego, es decir, de la religión zoroastra, donde una llama de fuego que jamás se podía apagar estaría iluminando esta gran sala.

Hoy en día ya lo que quedan son ruinas, pero las excavaciones han permitido comprender cómo era el palacio en el pasado.

Habitaciones y ruinas del palacio al fondo

Aquí se han encontrado vasos de cristal y joyas. Pero quizás lo más valioso que se ha descubierto son algunos pergaminos y tablillas de madera con anotaciones de transacciones comerciales y listas del personal de servicio y esclavos. Estos documentos son de los pocos que se han descubierto escritos en el idioma local de Khorezm y nos ofrece una pequeña pieza del puzzle para saber cómo era la vida en el palacio y en Khorezm.

Toprak-Qala estuvo siendo utilizado aproximadamente hasta el siglo X. Para este entonces el Islam ya era la religión imperante en la región. Muchos de los templos paganos y zoroastros habían sido destruidos y sus escombros reutilizados para ahora levantar mezquitas. El temido siglo XII se aproximaba y con él las hordas mongolas capitaneadas por Gengis Khan, quienes en este siglo masacraron a las poblaciones de Khorezm, incendiaron sus ciudades, destrozaron los campos y canales que llevaban el agua desde el río Amu Darya.

El tiro de gracia vino para Khorezm unos siglos más tardes, alrededor de los siglos XV-XVI, cuando una fuerza aún mayor que la de cualquier ejército invasor se manifestó terminando por destruir lo poco que quedaba de aquella gloria pasada. La población habría visto que la cantidad de agua que corría ya no era la misma. Los periodos del año en que los canales estaban secos eran cada vez más largos, con lo que el campo sufría. Al principio afectaría al intercambio comercial. Los agricultores ya no podían vender sus excedentes, arrastrándolos a una pobreza cada vez más profunda. Una Khorezm pobre iría perdiendo relevancia en la arena internacional. Sus castillos y palacios ya no serían tan prestigiosos como antes. Es más, poco tenían ya que defender contra sus vecinos, puesto que lo que antes eran campos verdes, poco a poco comenzaron a ser manchurrones de arena expandiéndose cada vez más. Seguramente la nobleza y los que tenían los medios suficientes comenzarían a irse a buscar una mejor vida en otro lugar, quedándose atrás los que no pueden irse o los que no tienen con qué irse (tal como sucede en nuestros días cuando hay un conflicto o una catástrofe natural). Poco tiempo después, las familias dejarían de tener alimento para sus animales, por lo que estos comenzarían a morir poco a poco, y con ello los métodos de subsistencia de estas familias. Y como seguramente sabía muy bien la gente de estos pueblos, una vez que mueren los animales, los próximos en morir son las personas.

¿Qué era lo que estaba provocando esta situación? Que el río Amu Darya estaba comenzando a cambiar su curso.

Amu Darya es un río formado por glaciares que se derriten a miles de kilómetros de aquí en las montañas de Tajikistán y Afganistán. Este río cruza toda Asia Central bañando a Khorezm, que en realidad se trata de un oasis, y uno de los mayores de Asia Central. El tema es que a través de los siglos el Amu Darya ha cambiado su curso, pudiendo desembocar bien en el Mar Caspio (hacia el Este) o el Mar de Aral (hacia el Norte). Durante todos los siglos que hemos relatado aquí, el río desembocaba en el Mar Caspio, bañando así Khorezm e inyectándole vida a la región. No obstante, en los siglos XV-XVI cambió su curso hacia el Mar de Aral, y con ello, alejándose de Khorezm.

La gente que pudo cogió sus pertenencias y animales y se fue desplazando a cuenta gotas hasta dejar Khorezm como lo vemos en nuestros días, un llano desierto con ruinas de castillos que otrora protegieron verdes pastos. Poco a poco las macizas torres defensivas se desplomaron con el paso del tiempo, las coloridas pinturas de palacios fueran perdiendo su intensidad al quedar descubiertas bajo un abrasador sol, para poco a poco irse desprendiendo de las paredes y perderse para siempre en el tiempo. Joyas, pergaminos, utensilios y demás artículos abandonados por los habitantes de Khorezm se irían cubriendo paulatinamente de arena y quedando así enterrados para siempre.

 

Nuestro guía Izzat

 


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