Día 2: Jerash y el castillo Ajloun, romanos y cruzados

Conduciendo por la carretera unos 50 kilómetros al norte de Ammán llegamos a Jerash, una antigua ciudad greco-romana de las mejor conservadas de todo Medio Oriente, y con una extensión impresionante que te puede llevar todo un día entero recorrerla. Es una ciudad de piedra que se ha conservado hasta nuestros días, en gran medida, porque quedó cubierta por las arenas del desierto durante siglos, hasta que fue descubierta en 1806 por un viajero aventurero alemán llamado Ulrich Jasper Seetzen.

El mayor momento de esplender de Jerash fue en el siglo II d.C., bajo dominio romano. En este entonces, la ciudad contaba con unos 25.000 habitantes protegidos por sus murallas. Jerash era un punto comercial de gran importancia, ya que por aquí pasaban las caravanas que vendían sus productos a Damasco o Palmira, y las que venían de regreso que podrían dirigirse a Ammán o Jerusalén. Había griegos, arameos (eran los nativos de esta zona), persas, partos e incluso mercaderes que venían desde la India. En las calles se escucharía el latin, el griego, y el arameo, antigua lengua ya prácticamente extinta y que fue la lengua de Jesús de Nazareth.

Antes de la llegada de los romanos, Jerash era originalmente llamada Gerasa, donde “gera” viene del griego y significa “viejo” (pensemos por ejemplo en la sección de geriatría para personas mayores en los hospitales). Se le llamaba así porque según las inscripciones, los primeros habitantes eran unos viejos soldados de Alejandro Magno, aquel rey macedonio que tuvo sus campañas militares por esta zona allá por el sigo IV a.C. Según se dice, a estos veteranos que participaron en las guerras les dejaron estas tierras como compensación, y de ahí, ellos fundarían Gerasa, o Jerash. A la ciudad también se le conocía como Antiochia ad Chrysorrhoam, otro nombre griego.

Los griegos construirían aquí numerosos templos a sus dioses, compitiendo en esplendor e influencia con otras ciudades helenísticas de la zona como Philadelphia y Heliópolis (actual Baalbek en Líbano).

No obstante, en oriente se estaba creando un nuevo imperio desde tierras persas: el imperio parto. Este imperio contaba con poderosos jinetes que eran buenos disparando flechas desde sus caballos tanto hacia adelante como hacia atrás, lo que les valió para ir conquistando extensos territorios hasta llegar a la zona de Jerash, provocando el caos y destrucción. En partida contraria, desde occidente venía también otra fuerza marchando: el ejército romano.

El general romano Pompeyo el Grande se había quitado de en medio al rey Mithidrates VI Eupator, que gobernaba tierras en lo que hoy es Turquía. Esto despejó el camino para los romanos hacia Medio Oriente. Estamos en el año 63 a.C. y los romanos ya se estaban anexionando la provincia de Siria a su imperio, justo al norte de Jerash. Los romanos ya le habían echado el ojo a esta ciudad por su importancia comercial.

En el siglo I d.C., el emperador Nerón derrota a los nabateos y toma el reino de su capital: Petra. Con esto Jerash se beneficia enormemente ya que se incrementa el comercio al ahora estar bajo dominio romano. Finalmente, en el siglo II d.C. el emperador Trajano incorpora oficialmente a Jerash y las antiguas tierras nabateas en una nueva provincia romana: Arabia Petraea.

Y aquí es donde el verdadero desarrollo de Jerash comenzaría.

Jerash es una ciudad de grandes ruinas que estaremos a punto de descubrir. La ciudad estaba rodeada por murallas, así que comenzaremos entrando por la Puerta del Sur de la ciudad, aquella que atravesaban los visitantes que venían desde Philadelphia.

Puerta del Sur, antiguo acceso a la ciudad de Jerash

Lo primero que impresiona nada más al entrar a la ciudad es el Cardo, que significa “corazón” en latín, y son las calles que atravesaban las ciudades romanas de norte a sur.

Columnata en el Cardo de Jerash

En el caso de Jerash, su Cardo son 800 metros de calle que van desde el Templo de Zeus en lo alto de una colina, hasta la Puerta del Norte de la ciudad.

Arco del triunfo a mitad del Cardo

A los lados del Cardo es donde se encuentran la mayoría de los edificios principales, por lo que uno puede imaginarse lo bulliciosa que sería esta calle con idiomas de distintas partes del mundo sonando mientras carros tirados por caballos pasaban por aquí.

Jerash era una ciudad con miles de habitantes y en una zona un tanto árida, por lo que se necesitaban grandes cantidades de agua. De ahí el monumental ninfeo que se encuentra sobre el Cardo. Esta fuente pública fue construida en el 190 d.C.. Aunque hoy la vemos solo de piedra, originalmente tenía mármol y estaba ricamente ornamentada con columnas corintias, estatuas, yeserías cromáticas, y con varias cabezas de león desde donde escupían el agua para caer en un enorme cazo de piedra.

Ninfeo de Jerash

A unos cuantos pasos de aquí se encuentra la entrada a la catedral cristiana bizantina más antigua de Jerash, construida en el 450.

La catedral tenía un patio con una fuente desde donde se alcanza a apreciar el ábside de la catedral. Este patio estaba rodeado de un pórtico columnado, con materiales obtenidos principalmente del altar de la diosa Artemisa, a unos pasos de aquí.

Fuente y ábside de la catedral bizantina

Según se decía de esta fuente una vez al año brotaba vino, repitiendo así el milagro que Jesús había hecho en las bodas de Caná.

Cerca de esta catedral bizantina se encuentra otra pequeña iglesia, la llamada Propilea (565). Realmente esta iglesia formaba parte de lo que antes era la entrada al inmenso templo de Artemisa, solo que los bizantinos se apropiaron después de dicha entrada y la convirtieron en pequeña iglesia.

Restos de la iglesia Propilea, que originalmente era la entrada al templo de la diosa Artemisa

El nombre de la iglesia viene del Propileo del Templo de Artemisa. Los propileos eran entradas monumentales con columnas a algún recinto cerrado.

El Propileo del Templo de Artemisa se encuentra sobre el Cardo.

Propileo, o entrada monumental, al Templo de Artemisa

Desde aquí no se alcanzaba a ver el templo antiguamente. Se tenía que subir por unas inmensas escaleras para llegar a una segunda terraza, donde todavía tampoco se veía. Al continuar subiendo se llegaba a una enorme explanada (115x155 m) donde ya se encontraba el templo.

Artemisa, diosa de la caza, los bosques y animales, era la patrona de Jerash. De ahí la importancia de tener un colosal templo.

Templo de Artemisa

Este templo fue construido entre los años 150 y 170. De las 32 columnas que originalmente iba a tener el templo, solo se construyeron 12, y hoy en día se mantienen en pie 11.

Pequeña capilla en el templo de Artemisa

A un costado del templo hay una pequeña capilla, o adytum. Aquí solamente el sacerdote romano podría entrar. Al fondo se ve un nicho que es donde estaría la estatua de la diosa.

En época bizantina la diosa principal ya no era Artemisa, si no que era el Dios cristiano. Por lo tanto, en época bizantina el templo fue utilizado como un simple taller para hacer utensilios de cocina y vajilla. Después, en época omeya los musulmanes convirtieron este lugar en una fortaleza, que fue fuertemente dañada por los cristianos durante las guerras de las cruzadas.

Seguramente desde que los bizantinos lo cogieron como taller este templo, ya se encontraría en un estado deteriorado, ya que el edicto del 386 d.C. del emperador Teodosio permitía desmantelar todos los templos paganos y reutilizar sus materiales para otros edificios cristianos o civiles.

La iglesia bizantina que se encuentra detrás del Templo de Artemisa seguramente se benefició de este edicto también. Esta iglesia, consagrada en el 533, es la mejor conservada de las 15 iglesias bizantinas que hay en Jerash. Se llama iglesia de San Cosme y San Damián, en honor a 2 doctores que curaban a los pobres durante el reinado del emperador romano Diocleciano.

Restos de iglesia de San Cosme y San Damián

Entrada a la iglesia San Cosme y San Damián

Esta iglesia tiene los mosaicos mejor conservados de Jerash.

Jerash cuenta con 2 teatros, uno de ellos se encuentra al lado del Templo de Artemisa, llamado el Teatro del Norte. Con una capacidad para unas 2.000 personas, es más pequeño que el otro teatro.

Escenario del Teatro del Norte

Aunque se le conoce como teatro, realmente en una inscripción encontrada dice que se trata de un odeón, por lo que sería utilizado más bien para recitales musicales. E incluso, a juzgar por unas inscripciones en los asientos de piedra del odeón, ahora se sabe que originalmente este edificio fue concebido como un bouleuterion, es decir, donde se reunía la “boule”, o el concejo municipal, representado en este caso por las 12 etnias que conformaban la ciudad de Jerash. Aquí se discutían y tomaban decisiones que afectaban a la ciudad. Es decir, funciones que no tenían nada que ver con la música y menos aún con el teatro.

No se sabe con exactitud cuándo fue construido el bouleuterion, aunque se piensa que en el reinado de Trajano (98 - 117) o Adriano (117 - 138). Se amplió y convirtió en odeón en el 165.

El otro teatro, el del Sur, es más grande (5.000 personas) y éste sí fue un teatro. Su construcción es del año 81 d.C.

Teatro del Sur

Escenario del teatro

Avanzando nuevamente por todo el Cardo hacia el foro romano, llegaríamos al Macellum, que era un espacio octagonal, de dos plantas, que servía para hacer intercambios comerciales de diversos productos, de almacén de algunos de ellos, y donde también se ubicaban las casas de cambio (hay que recordar que a Jerash venían comerciantes de varias partes del mundo).

Macellum, lugar de intercambios comerciales y cambio de moneda

Finalmente, llegamos al imponente foro romano, o plaza oval en este caso. Los foros romanos suelen ser rectangulares, aunque en el caso de Jerash tiene una peculiar forma ovalada.

Foro romano con el Templo de Zeus al fondo en lo alto de la colina

La plaza está flanqueada por 56 columnas jónicas y fue construida a mitad del siglo I d.C. Es aquí donde los ciudadanos se reunían para hacer su vida diaria.

Zeus es el máximo dios del Olimpo griego. Es el encargado de controlar el orden, la justicia y el destino dentro del universo. El templo de Zeus está conformado por 2 partes. La primera es un santuario dedicado a él y construido en el año 27 d.C., que es donde yo me encuentro. Dicho santuario fue utilizado como monasterio cristiano en época bizantina.

Santuario a Júpiter con su templo detrás

La segunda parte del complejo es el templo en sí, que son las columnas que todavía se pueden ver en pie encima de la colina.

Templo de Júpiter

Esa columna a la izquierda que está caída, en la foto de arriba, ha estado así desde el temblor del 749 d.C., que destruyó gran parte de Jerash, y también de la antigua Philadephia (Ammán) como ya hemos comentado.

El templo se encontraba justo en la entrada sur de la ciudad. Era por aquí donde los ciudadanos que se dirigían a Philadelphia tenían que pasar, así como aquellos que venían de tal ciudad. Por tanto, era un buen punto para hacer negocios. Aquí era donde se encontraba el mercado de Jerash, hasta que a finales del siglo III d.C. unos ladrones incendiaron todo el lugar, intentando sembrar el caos y poderse llevar cuanto pudieran ante tal río revuelto.

Después de este hecho, las autoridades romanas decidieron fortificar la ciudad, y es cuando construyeron las murallas junto con la Puerta del Sur (en la foto) y las otras puertas.

Puerta del Sur y lugar donde se encontraba el mercado

Ya en las afueras de dichas murallas y por tanto de la ciudad antigua, nos encontramos con otros 2 puntos de interés que no podemos dejar de lado: el circo y el Arco de Adriano. Se han quedado fuera de las murallas porque originalmente éstas se iban a ampliar, quedando el Arco de Adriano como nueva puerta de acceso, pero éstas nunca se construyeron.

El Arco de Adriano fue construido en honor a este emperador que pasó el invierno de 129-130 d.C. en Jerash. Con sus 13 m. de altura, es uno de los arcos de triunfo romanos más grandes de todo el imperio.

Por último, se encuentra el hipódromo o circo. Construido en el siglo III d.C., aquí se desarrollaron competiciones de atletismo y carreras de cuádrigas, ante la vista de 15.000 expectadores.

No obstante, quizás estas competiciones no fueron muy interesantes para el público, ya que en el siglo IV d.C. la parte norte fue reconstruida como anfiteatro para tener luchas de gladiadores, y la parte sur se abandonó del todo y se utilizó para reciclar sus materiales y utilizarlos para reparar las murallas de la ciudad cada vez que éstas fueran dañadas.

Pistas del hipódromo o circo romano

Finalmente, en el siglo VIII d.C., el sitio fue utilizado como un enorme cementerio para enterrar a las miles de personas que perecieron en una peste que asoló la región en dicha época.

Arcada del hipódromo

Jerash perteneció a la decápolis (“10 ciudades” en griego). ¿Qué es esto exactamente? Los historiadores no consiguen ponerse de acuerdo. Hay quienes creen que se trata de 10 ciudades de Oriente Medio con fuerte influencia greco-romana que formaron una especie de liga o confederación, donde incluso algunos afirman que hasta había una ciudad capital de esta confederación. Otros, por el contrario, creen que no estaban organizadas como una unidad política, y que cada una tenía gran autonomía (cada una incluso tenía su propia moneda) y que las relaciones entre estas ciudades sería simplemente puntual.

Para hacer más curioso el asunto, no hay ninguna inscripción, moneda, o documento de estas ciudades que haga mención a la Decápolis, aunque sí existen fuentes externas que hacen mención a ella, como la biblia, o historiadores contemporáneos como Pliny o el geógrafo Ptolomeo.

Incluso, hay quienes hablan de 10 ciudades, otros de 14, y otros hasta de 18.

Lo que está claro es que Jerash perteneció a esta Decápolis, y que esta especie de alianza entre ciudades o unidad política existió allá por el año 64 a.C., cuando el General Pompeyo se anexionó la provincia de Siria al imperio romano, y estas ciudades, estando al sur de dicha provincia, al parecer les dio esta especie de reconocimiento.

Tuviera la forma que tuviera este tipo de alianza, se sabe que duró unos 170 años, hasta que el emperador Trajano finalmente incorporó al imperio romano las tierras que hoy serían Jordania y el norte de Arabia Saudí en la provincia romana Arabia Petraea.

La lista más repetida de las 10 ciudades que conformaron la Decápolis es:

- Gerasa (Jerash)
- Philadephia (Ammán)
- Gadara (Umm Qais)
- Pella (Tabaqat Fahl)
- Scythopholis (Beisan)
- Damasco
- Hippos (Qal’at al- Husn)

- Canatha (Kanawan)
- Dium
- Raphana

De este listado, las primeras 4 se encuentran en Jordania, 3 en Siria (Damasco, Kanawan y Qal’at al-Husn), 1 en Israel (Beisan) y otras 2 todavía no se consiguen identificar (Dium y Raphana).

Vistas de Jerash

Por lo pronto, el temblor del 749 d.C. acabó con la belleza y magnificiencia de Jerash, convirtiéndose poco a poco en un lugar olvidado y sin importancia, salvo un breve periodo durante la época de las cruzadas que fue brevemente ocupado por los cruzados y con escaramusas musulmanas.

Y hablando de los cruzados, nuestro próximo destino era el castillo Ajloun, un castillo construido por los árabes precisamente para mantener a raya a los ejércitos que venían de Europa con la cruz en su estandarte.

Así que, cogimos el coche, y después de conducir unos 20 kilómetros llegamos a Ajloun. Este castillo, sobre el monte Auf, fue construido entre 1184 y 1188 por Izz ad Din Usama bin Munqidh, uno de los generales del ejército de Salah al Din (Saladino) y sobrino también.

Pero, ¿cuál era el contexto? Estamos en plena época de las cruzadas y a escasos kilómetros de Tierra Santa. Por ello, en esta zona se vivieron constantes guerras en nombre de la religión y por ello la necesidad de castillos, para defender territorios ganados.

Las cruzadas comenzaron entre el 1096-1099 y hubieron en total unas 7 u 8 cruzadas. Se puede decir que la más exitosa de ellas desde el punto de vista de los cristianos fue la primera, ya que fue la que consiguió arrebatar varios territorios a los musulmanes, entre ellos la ciudad santa de Jerusalén. Después, conforme los musulmanes iban ganando batallas, se hacían más necesarias nuevas cruzadas, que eran sufragadas principalmente por reyes y papas, así como por gente adinerada que quisiera obtener algún favor en el cielo.

Castillo Ajloun

No todas las cruzadas se pelearon en lo que hoy es Israel y Palestina, o lo que comúnmente se conoce como Tierra Santa, si no que un par de cruzadas se lucharon en Egipto (Damieta) y otra incluso los barcos que cargaban a los soldados y peregrinos, al último momento se desviaron y pensaron que sería más fácil saquear Constantinopla (actual Estambul) a pesar que en ese momento estaba siendo gobernada por un emperador cristiano. Esto nos dice mucho sobre el tipo de gente que iba en estos barcos y estaba presta a luchar. Muchos de ellos eran tan solo oportunistas que buscaban grandes riquezas.

En la época de la construcción del castillo Ajloun se encontraba gobernando Salah al Din, un carismático guerrero al que se le atribuyen ciertas cualidades magnánimas. Por ejemplo, en septiembre de 1187 las tropas de Salah al Din tenían rodeada a Jerusalén. Durante 10 días estuvieron con catapultas arrojando enormes piedras y fuego. Los habitantes de Jerusalén, en su mayoría cristianos, rezaban aterrorizados y cortaban el cabello a los niños por sus pecados. Finalmente, el 30 de septiembre la ciudad se rindió y Salah al Din entró a la ciudad el 2 de octubre. Los cristianos se esperaban lo peor, ya que unos años atrás los cruzados habían masacrado a los musulmanes de Jerusalén cuando conquistaron la ciudad. Pero para su sorpresa, Salah al Din actuó de manera totalmente opuesta. Permitió que los cristianos nativos se quedaran en Jerusalén, y a los cristianos cruzados les dio 40 días para pagar por su libertad. A los que no pagaran, serían esclavizados. Al final, el mismo Salah al Din compró la libertad de muchos cristianos, y no solo les dejó ir, si no que hasta sus propios soldados musulmanes escoltaron a los cristianos hasta que llegaran seguros a tierras cristianas, principalmente a Acre, ciudad costera de los cruzados en lo que hoy es Israel.

Otra ocasión de esta amabilidad, es cuando en 1192, durante la tercera cruzada, el rey inglés Ricardo Corazón de León intentó arrebatarle Jerusalén a Salah al Din. En eso, el rey inglés cayó enfermo. Al Salah al Din enterarse de esto, mandó detener la guerra; y no solo eso, si no que envió a 2 de sus mejores doctores para que trataran al rey inglés, así como a 2 caballos, al enterarse que el caballo del inglés también estaba debilitado. Al final, Salah al Din no solo ganó la guerra y retuvo Jerusalén, si no que incluso permitió que todos los cristianos pudieran volver a entrar a la ciudad y rezar en la iglesia del Santo Sepulcro, lugar donde según la tradición cristiana Jesucristo fue crucificado y enterrado.

Es por estas peculiaridades que Salah al Din obtuvo un gran respeto no solo en Medio Oriente, si no incluso también en las cortes europeas. Había ocasiones en que cristianos, desde el más humilde hasta líderes políticos o militares, preferían tratar con el musulmán Salah al Din que con el emperador cristiano bizantino.

No obstante, no debemos de confundirnos y pensar que Salah al Din siempre obraba así, o que era un líder débil. Todo lo contrario, demostraba fuerza cuando la situación lo requería. En la batalla de Hattin, en 1187, se dice que Salah al Din vio cómo en el campo de batalla fueron masacrados 40.000 cristianos. Y los que quedaron vivos (200), se los llevó como prisioneros para ejecutarlos o venderlos en los mercados de esclavos de Damasco. Su ejército constaba de 12.000 jinetes y unos 35.000 soldados a pie. Según los cronistas de la época, se levantaba tal cantidad de arena cuando su ejército avanzaba, que obscurecía la luz del sol.

Este castillo fue construido por Izz ad Din Usama bin Munqidh, sobrino de Salah al Din, o Saladino como es conocido en occidente

En los años que el castillo Ajloun fue construido, Salah al Din ya era el líder incuestionable del Islam. Sus territorios iban desde Egipto hasta Siria pasando por Jordania y Tierra Santa. Y lo más importante de todo, tenía bajo su dominio las 3 joyas de la corona: El Cairo, Damasco y Jerusalén. Los cristianos cruzados se habían quedado relegados tan solo en las ciudades costeras de Tiro y Trípoli (hoy Líbano) y Antioquía (hoy Turquía). El resto, era ya territorio musulmán.

La particularidad de este castillo recae en que era también un puesto de palomas mensajeras. Se tiene constancia que éstas han sido utilizadas desde la antigüedad para transmitir mensajes. Griegos y romanos las utilizaron, pero los musulmanes dominaron el arte, especialmente en la época de las cruzadas. Las palomas son muy resistentes. Pueden volar hasta 1000 kilómetros a unos 90 km/h. Lo que quiere decir si Salah al Din se encontraba gobernando desde El Cairo, podría enviar un mensaje a Damasco en apenas unas 10 horas. Quizás Salah al Din no tendría WhatsApp o correo electrónico, pero poder enviar comunicaciones en tan poco tiempo, es realmente impresionante, sobre todo si consideramos el tipo de terreno. Es decir, seguramente mientras la paloma surcaba por los cielos tranquilamente, debajo de ella se estarían sucediendo cruentas batallas.

Parte superior del castillo Ajloun

Y hasta aquí llegaría nuestro día de hoy. Nos quedamos en Ajloun Hotel (21,30 JOD - 30 € la habitación doble con baño), que se encuentra en las afueras del pueblo de Ajloun, con vistas al castillo. Mañana visitaríamos otra ciudad de la Decápolis y haríamos un recorrido por naturaleza.



¿Quieres dejarnos un mensaje?